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La cábala (del hebreo: קַבָּלָה [Qabbaláh] ‘"tradición, recepción,[1] correspondencia"[2]’) es una disciplina y escuela de pensamiento esotérico, relacionada con los esenios y el judaísmo jasídico. Un cabalista tradicional en el judaísmo rabínico es denominado Mequbbāl (מְקוּבָּל).[3] Utiliza varios métodos para analizar sentidos recónditos de la Torá (texto sagrado de los judíos, al que los cristianos denominan Pentateuco, y que representa los primeros cinco libros de la Biblia).
La definición de cábala (también deletreado y pronunciado kabbalah, kabalá o cabalá) varía de acuerdo con la tradición y los objetivos de aquellos que la siguen. Su definición difiere desde sus orígenes religiosos como parte integral del judaísmo o las versiones expuestas por las más recientes adaptaciones esotéricas que indican que forma parte del cristianismo o la Nueva era o el ocultismo y esoterismo occidental.
La cábala se refiere a una serie de enseñanzas esotéricas que intentan explicar la relación entre Dios, ein sof (אֵין סוֹף, "El infinito") un ser infinito, que es inmutable, eterno y misterioso,[4][5] y el Universo perecedero y finito (creado por Dios).[3][4].
La cábala no podría considerarse como una denominación religiosa; si bien es la base de interpretaciones religiosas de carácter místico en el judaísmo,[3][6] la cábala busca definir la naturaleza del Universo y del hombre, la base y propósitos de su existencia y otras cuestiones relacionadas con la ontología. También presenta métodos para ayudar a entender estos conceptos y, por tanto, lograr un crecimiento espiritual.
En este caso, las 10 Sefirot del Árbol de la Vida son las partes esenciales de Adam Kadmón o las emanaciones del Dios anterior a la creación del Universo, llamado ein sof:
Una de las ideas más antiguas de la cábala es una correspondencia entre las Sefirot del Árbol de la Vida y el cuerpo humano como analogía para explicar conceptos espirituales para los cuales no hay palabras ya que por definición son inmateriales. Las Sefirot representan la potencia activa y creativa de los nombres divinos, y su relación con el cuerpo hace hincapié en que debemos ver las Sefirot como componentes de un solo organismo. La forma humana es la “forma” de esta dinámica y es el prototipo, la forma o imagen a la mayor escala (macrocosmos), y en la escala humana (microcosmos).
En la antigua literatura hebrea, la cábala era el cuerpo total de la doctrina recibida. La literatura rabínica incluye a los profetas, a la hagiografía, y a la tradición oral del pueblo judío, incorporada posteriormente en el texto de la Mishná.
La compleja y refinada cosmovisión y teología judía ha sido apreciada, aprovechada de hecho, desde hace milenios por las más diversas culturas, escuelas esotéricas y trasfondos místicos, e incluso religiosos, pudiéndose rastrear (al menos hasta la fecha) verazmente su aplicación a usos rituales desde el 300 d.c. aproximadamente, en Alejandría, debido a la influencia de las comunidades hebreas locales [7]. Tanto la Cábala, considerada inicialmente la doctrina esotérica cosmogónica usada para interpretar la Tora (el texto que serviría, a su vez, para forjar la identidad del pueblo de Israel tras su liberación y consolidación como tal), junto a diversos otros aspectos del esoterismo hebreo, se verían, para bien o para mal, relacionados con varios sistemas esotéricos, de amplia reputación u oscuros y recónditos, a lo largo de los siglos, retroalimentándose mutuamente incluso. Ya desde el siglo XVIII d.c., excitadas conjeturas darían correspondencias más que íntimas entre el Tarot y la Cábala (y la apertura de consciencia a un ocultismo más popular en el siglo posterior), llevando luego a una transliteración mutua entre ambos sistemas.